jueves, 16 de abril de 2015

Me follé a mi compañera de clase en la biblioteca pública.

Hola, en primer lugar me presentaré, mi nombre es Juan, y voy a relataros como conseguí tirarme a una chica de mi clase en los baños de la biblioteca pública.
Tengo 20 años y soy un chico bastante normal, mido 1,80, moreno, delgado y con el pelo corto. Salgo a correr una hora y realizo unas series de flexiones diariamente, por lo que estoy en buena forma. Marta sin embargo, es la típica chica que hay en todas las clases bastante rellenita, no muy guapa pero bastante simpática. Se podría decir que es la chica en la que no se fija nadie, pero que es amiga de todos.


Cuando esto pasó, nosotros eramos compañeros de clase desde hacia tres años, pero hasta el último curso, apenas habíamos hablado. En este último curso todas nuestras asignaturas coincidían, por lo que empezamos a entablar una buena amistad, la verdad que nos fuimos cogiendo cariño, nos lo pasábamos bien, hablábamos mucho hasta tal punto, que incluso se podría haber llegado a parecer que entre nosotros dos había algo más que amistad, pero nada más lejos de la realidad.
Todo empezó cuando llegaron los exámenes finales, teníamos una semana y media para estudiar, pero en la sala de estudios era algo imposible. Por lo que Marta y yo, a ambos nos cuesta mucho estudiar si no tenemos a gente evitando que nos distraigamos, decidimos ir a la biblioteca pública a preparar los exámenes, mañana y tarde, todos los días.

Pasábamos muchas horas juntos, y la verdad que no se cuando, ni como pero empecé a mirarla con otros ojos, a fantasear con ella. No era una chica atractiva, pero tenía unas tetas, cualquier tamaño que diga se quedaría corto, eran enormes. Cada vez que estábamos juntos era imposible concentrarme en estudiar, nunca habría salido con Marta, no me atraía lo suficiente. Pero sinceramente la idea de follármela sin ningún reparo cada vez ocupaba más tiempo mi pensamiento, por mucho que quisiera, era imposible borrar esas ideas de mi cabeza. Y lo peor que cada día me ponía más, cada día quería hacerle más cosas, utilizarla para darme placer.
Como si lo que fantaseaba con tirarme a Marta no fuera suficiente, la biblioteca tenía los baños muy alejados de la zona de estudios y apenas transitados, y ya que pasábamos ahí todo el día, encontraba en los baños de la biblioteca el escenario ideal para cumplir muy fantasía.

Yo intuía que Marta sentía algo por mi, algo más que cariño pero no sabía hasta que punto, y no sabia si seria capaz de cumplir mis fantasías. Decidí que una buena manera de ver si estaría dispuesta a satisfacer mis fantasías era empezar a darle muestras de cariño y ver como reaccionaba.
Empece dándole un abrazo algo más largo de lo habitual cuando cuando nos despedíamos, notar esas enormes tetas pegadas a mi cuerpo hacían cada vez más difícil controlar mis erecciones. Comencé a tocar sus manos de manera “involuntaria” cada vez que me daba algo, un libro, un bolígrafo, cualquier cosa. Marta me correspondía, no se separaba de mi cuando nos abrazábamos a no ser que yo lo hiciera, me sonreía cada vez que mi mano tocaba la suya, así que me decidí a intentar satisfacer mi deseo.
Al día siguiente, Marta apareció con su “look” de estudio, unos leggins negros y una sudadera. Estuvimos estudiando toda la mañana, una vez más Marta devolvía mis caricias, me sonreía y el hecho de pensar que mi plan se podría llevar a cabo, estaba produciéndome una erección importante, que a pesar de mis vaqueros empezaba a apreciarse con bastante claridad. No me quedó más remedio que relajarme y dejar que la cosa se relajara. Paramos una hora para comer y descansar del estudio. Cuando volvimos a la biblioteca apenas quedaba gente, Marta y yo nos sentamos en una de las mesas del final y nos pusimos a estudiar.

Juraría que apenas había pasado una hora cuando con una sonrisa me dijo que iba al baño. Decidí que era mi oportunidad para cumplir mi objetivo, así que la dejé irse. Una vez había abandonado la sala de estudio cerré mis libros y salí tras ella. La puerta a través de la cual se accedía a un pequeño pasillo en el que se encontraban los baños de caballeros y señoras, se encontraba al final de un largo pasillo cuyo origen era el hall principal de la biblioteca. Comencé a recorrer ese pasillo, pensando en todo lo que le haría a Marta, en como la iba a usar para satisfacer mis necesidades, pero a la vez preocupado por sí alguien nos encontraba o ella se negaba. Abrí la puerta que daba al pequeño pasillo de los baños y pude ver como las puertas de ambos servicios se encontraban cerradas, entré y cerré la puerta del pasillo.

Me encontraba inmóvil, en medio de aquel pasillo, tratando de decidirme a entrar en el baño de mujeres. Di un par de pasos hacia delante, y justo cuando iba a abrir la puerta del baño de mujeres, la puerta se abrió y salió una rubia con gafas, no me quedó otra opción que hacerme el tonto y fingir que me había equivocado a pesar de estar muriéndome de vergüenza. La chica entre risas abandono el pasillo, miré hacia atrás y finalmente entré en el baño de señoras.
Dentro del baño solo habían dos puertas, una abierta, de la cual supuse que había salido la rubia de antes y la otra cerrada, donde se encontraba Marta. Espere unos 30 segundos, y la puerta se abrió, nada más verme su cara reflejaba un desconcierto absoluto, pero en seguida mostró una sonrisa picarona, tras la cual avancé hacia ella y empujándola hacia el baño del que había salido, cerré la puerta tras nosotros y puse el pestillo.

La mire a la cara, y al ver como se mordía el labio inferior decidí que iba a utilizarla hasta cansarme, empecé a meterle mano, primero por encima de la sudadera, tocando esas enormes tetas, mientras Marta empezaba a besarme el cuello. Le quité la sudadera, y sin duda alguna esas eran las tetas más grandes que había visto en mi vida, Marta estaba un poco más rellena de lo que parecía, pero estaba demasiado centrado en tocar tetas como para darle importancia. No podía aguantar más, tenía que ver esas tetas en las que tanto había fantaseado ya, así que le desabroche el sujetador y al verlas creía que mi pene iba a reventar el pantalón. Sus dos tetas eran enormes y blandas, tenía dos enormes pezones marrones, grandes y redondos, que estaban empezando a endurecerse.
Desabroché mi pantalón y baje mis boxers, mi pene, apunto de reventar salto como un resorte. Baje la tapa del váter y me senté en este. Cuando me quise dar cuenta Marta estaba de rodillas, delante mía. Agarró mi pene y empezó a masturbarme, no llevaba mucho tiempo cuando le agarre de la cabeza y la empuje contra mi falo, empezó a chuparlo, y tengo que decirlo, parecía toda una experta. Mientras se lo introducía en la boca y movía su lengua alrededor de mi glande decidí centrarme en esas enormes tetas y en sus pezones, los cuales estaban durísimos, cogí sus tetas con mis manos y empece a moverlas, las apretaba y mientras tanto ella seguía metiendo y sacando mi pene en su boca, trataba de meterselo todo pero no le acababa de entrar, arriba y abajo, arriba y abajo mientras acariciaba mis huevos. Mi compañera de clase era toda una zorra y yo iba a disfrutar de ella.

Empecé a pellizcar sus pezones, a apretarlos levemente, y acto seguido empezó a incrementar la velocidad de su felación, por lo que empecé a apretar sus pezones progresivamente, hasta que los apreté con fuerza, algo que incrementó, todavía más, el ritmo de su mamada.
Dejé de pellizcar sus pezones y con mis dos manos la cogí de la nuca obligándola a tragarse todo mi pene, continué apretando su cabeza hasta que finalmente la solté, ya que si no lo hacía, no iba a aguantar mucho más sin correrme. Mientras Marta recobraba el aliento le dije que se quitara los leggins, y no pude creerme lo que vi... ¡¡la muy guarra no llevaba bragas!! Su coño, el que estaba bastante húmedo estaba totalmente rasurado, algo que me gustó bastante. Empece a meterle los dedos, metí dos, pero estaba bastante mojado, así que haciendo un poco de fuerza, le metí un tercer dedo y empece a masturbarla, empecé despacio, haciéndola sufrir un poco, no tardo mucho en coger mi pene y empezar a masturbarme, no tardé mucho en incrementar la velocidad de mi manoseo, viendo como empezaba a retorcerse, imaginé que no le quedaba mucho para correrse así que le tape la boca con mi mano izquierda y con la derecha aumente el ritmo a la máxima velocidad posible, tras lo cual, no tardo mucho en empezar a retorcerse sentada sobre el váter, hasta que finalmente se corrió.

Saqué mi mano completamente pringada de flujo, la limpié un poco en la sudadera de Marta y le indiqué que se levantara del váter. Marta, delante mía, mirándome a la cara, se dió la vuelta y se puso contra la pared.

Baje mi mano hasta sus muslos y palpe como su coño seguía completamente húmedo, así que no tarde en acercarla un hacia mi y comenzar a restregar mi glande contra la entrada de su coño. Finalmente apreté un poco y empecé a introducirle mi pene, despacio, pero no tardé en empezar a incrementar el ritmo de mis embestidas. Marta hacia fuerza contra la pared mientras que yo continuaba incrementando el ritmo de mis embestidas al mismo tiempo que empecé a azotarle el enorme culo que tenía. Tras cada embestida contra Marta y cada azote que le daba en el culo esta gemía más y más, dejé de azotarla, dejando su enorme culo completamente rojo, con las marcas de la palma de mi mano y continué embistiéndola, esta vez con más fuerza, hasta que empezó a gritar que se corría mientras se retorcía bruscamente.

Una vez se corrió, la agarre de los hombros y continué follándola con fuerza, entraba y salia de su coño empapado a una velocidad frenética, Marta gemía y gemía y yo sabía que no iba a tardar en correrme. Pero, ese culo, ese enorme culo, no podía desaprovechar mi oportunidad, iba a darle por culo a la zorra de mi compañera. Saque mi pene empapado del flujo vaginal de marta y lo apunte a la entrada de su culo, cerradito. Marta intentaba zafarse, no quería que le diera por detrás, pero yo iba a cumplir todos y cada uno de mis deseos, le empape bien la entrada de su culo con el flujo que había quedado impregnado en mi pene y empecé a empujar. Marta empezó a quejarse, intentó zafarse, pero yo no podía permitirlo, así que de un golpe la penetré completamente y empecé a embestirla. Los quejidos de Marta pronto se transformaron en gemidos, la guarra de mi compañera no hacia otra cosa que gemir mientras le daba por culo.

La imagen que tenía ante mi no tenia desperdicio, me estaba follando un culazo enorme y Marta estaba entregada a mi, deje de moverme y era ella la que se movía, introduciendo y sacando mi pene de su culo a toda velocidad. Dejándola hacer, empece a pegarle en el culo, como disfrutaba, cada vez que le pegaba en el culo gemía más y más, tuve que taparle la boca con la mano izquierda, mientras seguía castigando su culo con mi mano derecha. Yo no iba a tardar mucho en correrme, así que dejé de azotar el culo de Marta y agarrándola de los hombros empece a penetrarla a toda velocidad. Me corro empezó a gritar mientras continuaba castigando su culo a un ritmo frenético, hasta que finalmente me corrí. Inundando con mi semen el culo de la guarra de mi compañera.

Finalmente, nos arreglamos, salimos del baño e hicimos como si nada hubiera pasado. Fue algo que quedó entre nosotros, nadie se enteró. Y aunque Marta no me atraía excesivamente, todavía pude disfrutar de la guarra de mi compañera de clase en alguna que otra ocasión, pero eso ya es otra historia.